martes, 27 de abril de 2010

I CATA DE VINO PARA PADRES DE GAZTELUETA (2ª SESIÓN)



No sé si conseguimos superar la primera sesión (realmente era complicado) pero estoy seguro de que, al menos, la igualamos.

A las 19:30 llegaba Gonzalo Lainez a Gaztelueta con una nevera y los demás elementos necesarios para la “puesta en escena”. Para entonces, Elías ya había supervisado el aula y dado el visto bueno… Casi al mismo tiempo, empezaban a llegar los primeros “padres-alumnos” con esa seguridad de quien ha hecho los deberes y sabe que va a por nota. Los saludos más que saludos parecían brindis propios de la ocasión. En cualquier caso, lo que había en el ambiente era una intensa sensación de júbilo porque al fin había llegado el ansiado 22 de abril: ¡la segunda sesión del Máster! Incluso hubo quienes, como Jon Arcaraz y Fernando García, se vinieron al cole en cuanto pudieron, a pesar de los retrasos obligados de los horarios laborales.



Tras la Foto de Familia y sin dejar tocar la sirena, fuimos pasando al aula: 5ºB (¡como para cambiar después del rotundo éxito de la primera ocasión, hacía ya dos meses!) Allí ya estaba todo dispuesto. Los pupitres en su sitio, las 4 copas que cada uno íbamos a necesitar para la Cata, servidas con sendos caldos blancos y sólo quedaba ocupar nuestros asientos para seguir aprendiendo.





Nada mas comenzar y ante un cierto escepticismo que algunos de los nóveles catadores hacia los vinos blancos teníamos, Gonzalo comenzó: “He venido hoy aquí para acabar con algunos mitos sobre los vinos. El primero es terminar con el “tintocentrismo” en favor de otros vinos blancos; y el segundo, es el extendido pensamiento acerca de que el vino blanco no envejece y se debe tomar en el año”.



Tras una extensa lista de tipos de uva blancas (verdejo, Pedro Ximenez, Airen, albariño, cabernet sauviñon…) y algunos datos geográficos sobre las diferentes zonas donde se ubican las mejores tierras para estos tipos de uva en Francia, pasamos a una exposición que más se asemejaba a una clase de química de D. Vicente que a una Cata. Rápidamente Javi Aja nos aclaró los conceptos sobre el Ph y los ácidos y las bases y a partir de ese momento comenzamos a “quitar la sed” con la degustación de aquellos caldos (dos albariños y dos Riojas… creo recordar)



La sorpresa fue generalizada dada la excelente calidad de aquellas amarillentas ambrosías. Un leve rumor se extendía por la clase sin que nadie pudiera aguantar exteriorizar las sensaciones que entraban por ojos, nariz y boca.

Cuando apareció D. Curri, el propio Lainez le propuso unos vinos “santos” para la próxima, aunque la realidad era que a los que estábamos degustando poco les faltaba.

Tras esos momentos de nirvana, nuestro profesor nos quiso bajar a la tierra y nos propuso una cata de los defectos que mas habitualmente se encuentran en los vinos. Para ello “inoculó” unas sustancias en algunos vinos y consiguió que aquellas bebidas, que hacía tan solo unos momentos nos trasladaban al Olimpo junto a Baco, nos hicieran rechazar las copas como si de algún horrendo brebaje se tratara. Entonces fue cuando descubrimos la importancia del mantenimiento de los barriles y de las botellas con sus corchos, ya que cualquier error en el proceso, incluso en la recogida de la uva, podría dar al traste con todo.



Por último, dos aceites de la Bodega Roda: Dauro y Aubocassa, cerraban aquella clase magistral en la que esta vez no hubo botellas de premio puesto que todos las hubiésemos merecido.

Al final de clase, D. Iñaki Cires, como en una “Asamblea”, procedió a la entrega de los Diplomas que merecidamente habíamos ganado los asistentes y que tal vez el año que viene podamos renovar en la que ya estamos esperando II Cata para padres de alumnos de Gaztelueta; hasta entonces nos queda una última escala: la visita a la Bodega Roda el próximo día 22 de mayo.






Lógicamente, acabamos la jornada con una merienda-cena en la que sorteamos las botellas que habían sobrado y que D. Miguel Trigo, Carlos Abuin, Alvaro Gomez-Guadalupe y Jacobo Vilallonga se llevaron a casa para envidia de los demás asistentes.

Obviamente, los ibéricos solicitaban un tinto que Jose Hurtado de Mendoza aportó desinteresadamente y que nada desmereció al resto de vinos catados en ambas sesiones, según comentó, sabiamente, Javi Gomeza; se trataba de un Ferratus, Ribera del Duero, de Bodegas Cuevas Jimenez que abrió un mundo de posibilidades para el futuro. Gracias Jose.

Os esperamos el año que viene y hasta entonces, ¿quién sabe lo que podremos aprender en Gaztelueta?